Todos estamos más que acostumbrados ya a los nuevos smartphones y a las nuevas tecnologías. Incluso los más mayores ya se manejan con mayor o menor dificultad con el whatsapp, facebook y todo tipo de redes sociales.
Pero ¿qué pasa si hacemos la prueba a la inversa? Y si le damos un teléfono móvil de los de antes a un chaval acostumbrado a estar a la última en cuanto a tecnología. Hemos hecho la prueba y el resultado os va a sorprender.
Quedamos con D.R.Z. un muchacho de 16 años que cursa 4º de la ESO. Le hemos comentado el ‘experimento’ que queremos llevar a cabo y ha aceptado el reto. Por supuesto, no le hemos comentado exactamente en qué consiste para que no investigue sobre el asunto buscando información que le pueda servir de ayuda.
Llegamos a nuestra cita y nos está esperando, por supuesto, con la vista puesta en su iphone 8, del que ya se queja porque “no me va bien del todo, me quiero pillar el X”. Lo primero que le pedimos es que nos deje su smartphone para que se lo guardemos mientras le damos el Nokia 3210, el teléfono que revolucionó nuestro mundo.
Lo primero que observamos es que D.R.Z. no sabe como encenderlo. Le indicamos que tiene un ‘botoncito’ en la parte superior del aparato. Sonríe con algo de vergüenza. Una vez en marcha, con el correspondiente sonido y musiquilla típica de Nokia que seguro todos recordáis, llega lo mejor. El sujeto del experimiento nos dice: “Vaya, al ser tan viejo se ha roto. Sale todo de color verde”.
Por supuesto, le explicamos que ese teléfono solo tenía ese color verde y que únicamente las letras y números eran de color negro. Pero sin tiempo para asimilar este desfase temporal y generacional, observamos que intenta acceder al menú golpeando con su dedo en la pantalla: “No es táctil”, le decimos.
Después de decirle además que el teléfono no tiene conexión a internet y que para comunicarse con los demás únicamente puede llamar o enviar un sms, le mostramos algunos de los juegos que lleva instalado el teléfono. Uno de ellos, el Snake, fue el culpable de que toda una generación perdiéramos horas y horas de nuestras vidas tratando de hacer la serpiente lo más grande posible.
En mitad de todo esto, el iphone de nuestro amigo ha sonado y vibrado varias veces y su nerviosismo va en aumento: “Me devolvéis mi teléfono, me han llegado notificaciones”. Intercambiamos nuestro gran Nokia 3210 por el iphone y nos vamos para casa.