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El origen de la expresión: “Te voy a poner mirando a Cuenca”

Dicen que el refranero español es uno de los más completos del mundo. Aunque en esta ocasión más que un refrán vamos a analizar el origen de un dicho muy extendido entre todos los españoles que al parecer viene de lejos y tiene mucha historia.

En realidad existen dos teorías y los estudiosos no se ponen del todo de acuerdo con cual es la buena. La primera de ellas mezcla el sexo con la religión. Como todo el mundo sabe es la posición conocida como “postura del perro” en la que la hembra adopta una se coloca de forma semejante a la de los musulmanes cuando rezan en dirección a La Meca. Por tanto, si trazamos una línea imaginaria entre Madrid y La Meca, la primera ciudad importante que nos encontramos es Cuenca.

Sin embargo existe otra teoría y al analizarla es posible que incluso tenga más fuste que la anterior. Debemos remontarnos al siglo XV cuando en Castilla reinaban Juana la Loca y Felipe el Hermoso. Según se cuenta, el rey tenía fama de mujeriego y la reina estaba bastante harta de los asuntos de faldas de su esposo y cada vez le vigilaba más. Para evitarlo, el rey ideó un plan. Mandó crear un observatorio en una de sus torres y cada vez que quería estar con una mujer usaba el pretexto de: “Subo con esta dama al observatorio, la voy a poner mirando a Cuenca”.

Como los guardias eran perfectamente conscientes de lo que iba a hacer el rey cada vez que usaba esa frase, se fue extendiendo por todo el reino hasta el punto de convertirse en una expresión coloquial que comenzó a ser utilizada por todo el mundo incluso en los burdeles por lo que, como diríamos hoy en día, se hizo viral y sigue más que vigente en nuestros días.